Hoy se ha perpetrado un nuevo ataque político en la intención de hacer desaparecer la lengua de los valencianos. La cosa viene desde hace años, desde el inicio de la Democracia.
En el año 1979, antes de la promulgación del Estatuto de Autonomía, un Real Decreto (2003/79) regulaba la incorporación del idioma valenciano al sistema educativo de la Comunidad Valenciana.
En 1982, ya promulgado el Estatuto, la Orden del 28 de julio de la Consellería de Educación regulaba la incorporación de la enseñanza del valenciano a los planes de estudio de Educación Preescolar, General Básica, Formación Profesional y Bachillerato. Y en el curso 1982-83 se daban las primeras clases de valenciano en la democracia.
Se ha de decir que todo esto, tanto el Boletín Oficial, como el Diario Oficial, como los libros de texto, como la documentación oficial, se escribía en valenciano, es decir, en la normativa emitida por la sección de lengua y literatura valencianas de la Real Academia de Cultura Valenciana (RACV). Todo parecía ir bien.
Se convocan elecciones y triunfa el PSPV. La nueva Consellería de Educación invalida los contratos de los profesores de valenciano aprobados por la anterior Consellería de Educación. Se produjo un grave conflicto social y laboral. Sin más, se cambió la normativa del valenciano por la del catalán que en aquel momento no estaba regulada por ningún ente valenciano. Primer ataque político al valenciano.
Años más tarde, gobierna el PP en Valencia. Jordi Pujol amenaza a José María Aznar y le obliga a que en la Comunidad Valenciana se acepte la unidad del valenciano y el catalán -unidad que en realidad es una suplantación de uno por el otro- para dejarle gobernar con tranquilidad sin la opresión de los partidos catalanes. Así, desde Madrid se le obliga a Eduardo Zaplana, entonces presidente de la Comunidad Valenciana, a crear un ente, la Academia Valenciana de la Lengua (AVL) para tener un ente valenciano que sostuviera y regulara la normativa del catalán. Zaplana, para contentar aún más a los amos, introdujo a la AVL, que ya se había creado, en el nuevo Estatuto del año 2006. Todo esto bajo el nombre de valenciano para no despertar demasiadas sospechas y engañar a la gente y dejando a la RACV a un lado, como si fuera un asqueroso apestado. En la administración, la enseñanza, los medios de comunicación, etc. ya no se habla ni se escribe en valenciano.
Oficialmente se hace en catalán, si bien, la cobardía els impide decirlo claramente por miedo a que el pueblo reaccione en contra de ellos. El segundo ataque grave a la lengua de los valencianos es oficial.
El valenciano sobrevive como puede gracias a muchas entidades culturales que siguen escribiendo en valenciano, un buen grupo de escritores que tienen el orgullo y la valentía de escribir en valenciano aún que este prohibido y perseguido como en tiempos totalitarios y nada democráticos. Pero sobre todo sobrevive porque la gente de la calle lo habla, en abundancia de castellanismos porque no han tenido oportunidad de aprenderlo, pero lo habla y lo mantiene vivo. Destacan dos instituciones centenarias, por una parte Lo Rat Penat, que ofrece sus cursos de valenciano. Por la otra, la RACV, que sigue trabajando por el valenciano en valentía y pocos recursos económicos. Edita diccionarios y gramáticas de valenciano. Su trabajo es encomiable. La AVL, que recibe subvenciones millonaria envidia su trabajo y es incapaz de crear una producción normativa para la lengua de los valencianos, y con tanta calidad científica, como lo hace la sección de lengua y literatura de la RACV.
30 de Mayo de 2016.
Junta en la RACV para decidir si establece un acuerdo de colaboración en la AVL. El acuerdo, promovido por el decano, deja a la RACV sin ninguna posibilidad de participar en una posible adaptación de la normativa de la AVL al valenciano. La sección de lengua y literatura, la única que tiene competencia y capacidad lingüística, se opone al acuerdo. También muchos de los académicos de número. El decano, que había visto que su propuesta de acercamiento a la AVL estaba en peligro, recurre a la política y pide auxilio de los representantes políticos del momento, que por estatutos, corresponden a la Diputación y al Ayuntamiento de Valencia. Así que, al llegar a la hora de la votación, se presentan en la Junta 3 políticos que nunca habían puesto un pie en la Sede de la RACV y que siempre se han mostrado en contra de la existencia de la institución y de la normativa del valenciano de la misma: Maria Oliver, regidora de Podemos, y Gloria Tello, teniente Alcalde de Compromís por parte del Ayuntamiento de Valencia y Xavier Rius, también de Compromís, por parte de la Diputación de Valencia.
Empieze la votación. No se admite el voto que uno de los académicos, que se había mostrado en contra del acuerdo, había enviado por correo con motivo de encontrarse hospitalizado impidiento su presencia en la Junta. Cosa ya de por sí extraña, ya que los estatutos no se impide el voto por correo. Otro de los académiso emite un voto que se considera nulo. Se produce un empate en la votación: diecisiete de los académicos votan en contra del acuerdo. Los restantes catorce votan a favor. También lo hace así los tres políticos. En total diecisiete a favor. El voto de calidad del decano aprueba el acuerdo. Un acuerdo que ho hubiera sido posible sin los votos de los que nunca se han mostrado a favor de la RACV. Un falso acuerdo. Pero un ataque muy grave a la lengua de los valencianos y a su normativa. Un ataque a los propios valencianos. Al pueblo que la habla y que tiene derecho a escribirla y a ser reconocida oficialmente.
Por todo esto, pedimos la impugnación de la votación por las irregularidad cometidas.
También pedimos la expulsión de la RACV del decano y de todos aquellos que han votado a favor del asesinato de la lengua valenciana.
Que no les salga gratis.