Palabras de Su Majestad el Rey en el Ayuntamiento de Lisboa

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A Rainha e eu agradecemos muito sinceramente a sua receção e as suas palavras tão amáveis e tão cheias de afeto. É uma honra receber a Chave de Ouro da esplêndida cidade de Lisboa, uma cidade milenar, que, como capital de Portugal, tanto contribuiu para a História.

Esta Cámara ha honrado a España recibiendo a mi padre el Rey Juan Carlos y a mi bisabuelo Alfonso XIII, quien en 1903, en este Salón Noble, tuvo ocasión de señalar la amistad indestructible que une a nuestros pueblos. Pues 113 años después, también como Rey de España –aunque ya como Príncipe de Asturias también fui honrado con la invitación de esta Cámara Municipal−, tengo el honor de reafirmar ante ustedes esta secular relación de proximidad y buena vecindad que tiene en esta ciudad un ejemplo tangible y permanente.

Lo ha sido en tiempos difíciles para ambas naciones; lo ha sido particularmente –y no quiero dejar de mencionarlo y agradecerlo− para mi familia. Y lo demuestra hoy una Lisboa que se ha convertido en destino preferente –esto no nos puede sorprender−de cada vez mayor número de españoles que vienen en busca de su belleza, de sus atractivos culturales, históricos, arquitectónicos y gastronómicos; pero, sobre todo, de la inigualable cortesía y simpatía, de los lisboetas en especial y de los portugueses en general, que tanto distingue y ensalza a esta ciudad.

Es también Lisboa ciudad hermanada con Madrid desde 1979, lo que no hace sino reflejar la intensidad de la relación entre nuestras capitales, que además no ha hecho sino aumentar, y que jalona también nuestra común andadura en democracia y libertad, también a nivel municipal.

Lisboa, capital del gran país del que partieron los navegantes portugueses de los siglos XV y XVI, es al mismo tiempo una ciudad hospitalaria que ha recibido, asimilado e integrado a todos aquellos procedentes de todos los rincones del mundo que han buscado en ella su paz y amabilidad.

desearía enviar unas palabras de afecto y reconocimiento a todos los lisboetas que día a día con su trabajo, esfuerzo y buen hacer, contribuyen al dinamismo y a la pujanza de esta incomparable capital

En este contexto deseo resaltar la especial relación con Portugal y Lisboa de nuestro más grande y universal español, Miguel de Cervantes, que ha sido el tema de un importante coloquio internacional que acaba de tener lugar en Lisboa, en el marco de las conmemoraciones del 400 aniversario de la muerte del genio. Asimismo, mañana se inaugurará una exposición de algunas de las más destacadas ilustraciones que para una edición portuguesa del Quijote hizo Julio Pomar, sin duda uno de los más importantes pintores portugueses vivos y quizás el más “cervantista” de los pintores de este querido país.

Y junto a esta Lisboa repleta de historia y tradición, no puedo dejar de referirme a las grandes transformaciones que durante los últimos años está experimentando y que han contribuido a que se consolide como una gran capital europea, abierta y cosmopolita, sin perder ni su encanto ni su personalidad.

Ejemplo de esa Lisboa moderna, innovadora y competitiva es el reciente éxito que ha supuesto la celebración a principios de este mes de la “Web Summit” a la que acudieron 50.000 personas procedentes de 150 países del mundo, y en la que se ha reconocido a la ciudad como plataforma tecnológica.

A esa continua transformación contribuirá sin duda el importante acuerdo firmado el 24 de octubre con el Banco Europeo de Inversiones, que ha convertido a esta capital en el primer municipio europeo en recibir tan importante apoyo financiero en el marco del Plan de Inversiones Estratégicas Europeas. Enhorabuena, Señor Presidente, porque estoy convencido de que esos fondos ayudarán significativamente a continuar con el proceso de desarrollo lisboeta y a construir un futuro mejor.

Permítanme que haga alusión a Lisboa como ciudad punto de encuentro de varios continentes y culturas, algo que, estoy seguro, quedará perfectamente reflejado el año que viene cuando sea Capital Iberoamericana de la Cultura. Estoy convencido de que esa capitalidad contribuirá además a reforzar aún más, si ello cupiera, los lazos históricos, culturales y afectivos que nos unen.

Y, finalmente, desearía enviar unas palabras de afecto y reconocimiento a todos los lisboetas que día a día con su trabajo, esfuerzo y buen hacer, contribuyen al dinamismo y a la pujanza de esta incomparable capital. Gracias por vuestro afecto y vuestra hospitalidad, al hacernos sentir a los españoles siempre –y especialmente− muy bienvenidos.

Muchas gracias. E muito obrigado.

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